jueves, 13 de febrero de 2014

Las cascadas cristalinas del cerro Musún



Como un imponente custodio verde, con su cresta cubierta de neblina por la mañana, el cerro Musún se alza frente al laborioso poblado de Río Blanco, justo en el límite entre el Pacífico y la Región Autónoma del Caribe Norte.

Con sus 1,460 metros de altura y 4,778 hectáreas de extensión, el cerro Musún es una importante reserva de Nicaragua, ya que desde sus faldas montañosas fluyen aguas cristalinas que bajan en cascadas, de las cuales nacen ocho ríos que abastecen de agua a muchos poblados vecinos, incluyendo el de Río Blanco. Estas cuencas hidrográficas convergen en los ríos Tuma, Wilique Grande y Grande de Matagalpa, los cuales desembocan en el mar Caribe.

Subiendo por el maltrecho camino de 4 kilómetros que lleva a la casa parque de la reserva, el visitante experimenta la diferencia de temperatura desde que cruza las heladas aguas del río Las Golondrinas, las cuales bajan de las faldas del cerro.

Si se viaja en vehículo propio, se recomienda dejarlo al otro lado de la quebrada y caminar hasta la casa parque, o alquilar un par de caballos en una de las casas de la comunidad.

Desde las faldas del cerro

A medida que se sube, el viento fresco que baja de la montaña disipa el sudor de la frente y suaviza el efecto del sol, sobre todo cuando se empieza el ascenso después de las 9 de la mañana. Sin embargo, la recompensa es grande al ver desde lo alto el panorama que rodea al pueblo de Río Blanco: montañas, colinas y valles que se pierden en el horizonte.

Al llegar a la casa del guardaparque, ubicada en medio de un pequeño bosque donde hay pinos, guarumos, robles, genízaros y hasta matas de plátano, sale al encuentro Álvaro Duarte Loáisiga, de 53 años, el cuidador que la comuna contrató para evitar que saqueen lo que queda de estas instalaciones y de la reserva.

Duarte Loáisiga cuenta que entre sus misiones está cuidar la nueva propiedad de 62 manzanas comprada por la comuna, que fue declarada área de reserva para proteger las fuentes de agua que abastecen la ciudad.

Gran productor de agua

A unos 100 metros de la casa parque, siguiendo una pequeña trocha a la izquierda, se llega a la cascada La Golondrina, un regalo de la naturaleza escondido entre el verdor de esta montaña. Aquí se observa cómo desde lo alto del cerro el agua se precipita sobre un farallón rocoso y va formando varias cascadas cristalinas que crean pequeñas pozas, en un espectáculo que vale la pena ver. Esta cascada, de más de 100 metros de altura, en su última caída se abre en tres brazos que parecen finas cortinas blancas.

Más arriba, las mismas aguas de La Golondrina forman otra cascada que a su vez crea una poza semicircular rodeada de piedras, por donde se escurre la corriente en su viaje a las faldas del cerro.

Al caminar bajo la sombra de los árboles de la reserva, los sonidos provocados por el vaivén de las ramas al ser agitadas por el viento; por los chocoyos, chicharras, ranas, urracas y oropéndolas, y por los monos congos cuando comen mangos, se mezclan con el rumor del agua al caer en la poza.

Avanzando por la izquierda se llega a un claro desde donde se puede observar el salto más alto de La Golondrina, cuyas aguas caen casi perpendiculares sobre una pared rocosa de más de 60 metros de altura. La impresionante vista invita a una fotografía de recuerdo.

Pero esto es apenas una parte de las bellezas naturales que tiene el cerro Musún, según explica Nahum Ruiz, responsable de la Secretaría Ambiental de la comuna de Río Blanco.

La cascada de Bilampí


“Además de las cascadas de La Golondrina, a unos 19 kilómetros de aquí, siempre en el cerro Musún, se encuentra la cascada de Bilampí, que mide 150 metros de alto y que también se aprovecha para abastecer de energía a 12 comunidades mediante una pequeña central hidroeléctrica manejada por la comunidad”, explicó.

Ruiz, también responsable local de turismo, informó que para visitar la reserva se tiene que pedir autorización en la alcaldía de Río Blanco, porque ahora esta reserva esta administrada por la comuna.

La oferta turística

“Nosotros facilitamos la visita de los turistas que quieran conocer el área protegida, donde se practica turismo de aventura, se puede caminar por los senderos del bosque, ir a las cascadas, conocer sobre su fauna, y si se quieren quedar a dormir allá arriba no hay problema, porque en la casa parque hay cuartos con literas, inodoro, baños, agua, cocina con pailas, calderos, platos, vasos, en un ambiente limpio y seguro”, afirma Ruiz.

También se puede dormir al aire libre, en casas de campaña (traídas por el visitante), en un área designada por el responsable de la casa parque.

Pero si se quiere dormir con más comodidad, en la ciudad de Río Blanco existen varios hoteles y restaurantes donde hospedarse y comer al gusto del visitante, así como también bares y centros de recreación para pasar una noche amena.

Sitio de leyendas y de encantos

Bajo la sombra de los inmensos genízaros y matapalos cubiertos de enredaderas, lianas y plantas parásitas, los habitantes de la zona dicen haber visto la sombra de bultos que se mueven y desaparecen a medida que se acercan, otros dicen que estas montañas son refugios de duendes y de espíritus burlones, y hasta lugares de leyendas de personajes históricos de Nicaragua.

“Antes decían que en la cumbre del cerro había una laguna encantada, también que había una cueva con un tesoro, que tenía la entrada llena de calaveras de todos los que habían intentado entrar. Otro señor cuenta que debajo de una piedra encontró una tinajita llena de águilas de oro, y debajo de la piedra decía “Pedrón Altamirano”, uno de los lugartenientes del general Sandino. Este señor agarró la tinajita y las águilas las fue a vender a Managua”, cuenta Uriel Sobalvarro, responsable de la unidad de agua y saneamiento municipal.

Por su parte, Duarte Loáisiga, el cuidador, refiere que en menos de un mes que tiene de estar en este lugar, ya fue “visitado” por los duendes.


“Tal vez la gente no lo crea, pero esto es cierto. Un día que yo estaba durmiendo, era bien noche y oí que alguien me tocaba la puerta, así como que la estaban rascando, entonces yo me levanté, me voy a asomar, voy con mi machete listo y el foco encendido, jalo la puerta, alumbro, y cuando veo, un niño con cotón colorado, cabezón, así de pequeño el bultito, salió para allá y desapareció en lo oscuro del patio, me querían sacar de la casa, porque este es camino de ellos”-- dice convencido--, “pero no pudieron sacarme porque aquí estoy todavía, ja, ja, ja”, cuenta.


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