sábado, 16 de agosto de 2014

El bello testamento de Seymour Hoffman

España | EFE

La trágica desaparición, el pasado 2 de febrero, del actor Philip Seymour Hoffman ha convertido en una pequeña joya para sus fans la única película que dirigió, “Jack Goes Boating”, el testamento más tierno del genial artista que, una vez más, ofrece en ella una interpretación memorable.

“Es un cuento neoyorquino donde los protagonistas son todos adolescentes a la edad de ser casi abuelos”, explica la actriz Daphne Rubin-Vega, con motivo del estreno de la cinta en España.

Seymour Hoffman dirigió durante diez años la compañía de teatro LAByrinth, donde conoció a John Ortiz y a Rubin-Vega, y juntos pusieron en escena la obra teatral de Bob Glaudini, “Jack Goes Boating”, que estuvo en cartel dos años con un importante éxito en el off-Broadway.

Golpe para sus fans

Fue idea de Ortiz que su amigo dirigiera la versión cinematográfica de la obra de teatro: “La idea salió sola, como si le hubiera pedido que jugáramos al futbol o a baloncesto; él no tenía experiencia, pero yo sabía que quería hacer una película y esta era su oportunidad”, explica el actor.

Ganador de un Oscar por “Truman Capote” (2006) y otras tres veces nominado (“The Master”, 2012; “Doubt”, 2008, y “Charlie Wilson’s War”, 2007), y con más de medio centenar de largometrajes en su haber, muchos de ellos memorables, la muerte por sobredosis de Seymour Hoffman a los 46 años ha dejado desolados a sus fans.

Ahora les queda el triste consuelo de verle en el delicioso papel de Jack y, muy pronto, en “A Most Wanted Man”, una adaptación de la novela de espías de John Le Carré.

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