Las aguas del San Juan están siendo contaminadas con
residuos de agroquímicos peligrosos, de los que se han identificado nueve tipos
de plaguicidas que son aportados por las corrientes que vienen sobre todo a
través de los ríos San Carlos y Sarapiquí, ambos afluentes de Costa Rica,
reveló un estudio científico del Centro para la Investigación en Recursos
Acuáticos de Nicaragua (CIRA-UNAN).
Los resultados de la investigación revelaron que tanto en el
San Carlos como en el Sarapiquí, que nacen en Costa Rica, se encontró
cantidades importantes de contaminantes que han sido prohibidos a nivel
mundial.
De acuerdo con el estudio, elaborado por especialistas del
CIRA-UNAN, la presencia de sustancias “alóctonas” --es decir, que llegaron de
otra parte-- “refleja el uso frecuente de plaguicidas con diferentes niveles de
toxicidad y persistencia en la agricultura, así como de hidrocarburos en el
transporte acuático”.
Para hacer la investigación se establecieron 20 estaciones
de muestreo durante abril y mayo de 2012, y también en septiembre y octubre del
mismo año. Las técnicas usadas son adaptaciones de métodos de la Agencia de
Protección Ambiental de los Estados Unidos, y otros internacionalmente
respaldados.
Aguas amenazadas
El estudio es parte de la “Línea de base ambiental del río
San Juan”, en progreso desde 2011, y sostiene que “factores tales como las
actividades agrícolas, prácticas de ganadería, navegación con fines
comerciales, y probablemente el inicio del desarrollo turístico, podrían estar
contribuyendo al deterioro del estado natural del río y representando algún
tipo de amenaza para la calidad de las aguas, sedimentos, y consecuentemente su
biodiversidad”.
El río San Juan es el drenaje natural en la cuenca de los
Grandes Lagos o Cuenca 69, que nace en el Lago Cocibolca y descarga sus aguas
en el Mar Caribe, tanto en territorio nacional --en la bahía de San Juan de
Nicaragua--, como a través de la bifurcación en el Delta, que origina el río
Colorado de Costa Rica.
“La contaminación originada desde el lado nica no es
insignificante, pero es proporcionalmente ínfima en comparación con lo que
viene del lado vecino”, explicó el limnólogo y uno de los autores del estudio,
Salvador Montenegro Guillén.
Afluentes que contaminan
El estudio determinó que el río Sarapiquí, de Costa Rica,
transporta cantidades considerables “de residuos de plaguicidas persistentes y
prohibidos”. En la estación de muestreo que fue ubicada antes del Sarapiquí, se
“detectaron tres plaguicidas organoclorados”, sin embargo, en la estación
dispuesta después de este río, se observó un incremento de hasta siete
plaguicidas.
Los
plaguicidas organoclorados son los de fabricación más antigua, entre ellos
están el DDT y el Toxafeno. “Son sumamente persistentes y duran entre
200 y 300 años en descomponerse. Los organofosforados son más activos, más
tóxicos, pero están formulados para que se descompongan más rápido. En lugar de
tardar siglos, se descomponen en años”, agregó Montenegro Guillén.
La investigación encontró que el nicaragüense río Sábalos
“está aportando contaminantes persistentes al río San Juan, ya que se
encontraron residuos de gamma clordano y pp-DDT después de su desembocadura,
los cuales no fueron determinados antes de la desembocadura del río”.
Entre las
conclusiones del estudio se establece que a través del río Frío, afluente del
San Juan proveniente de Costa Rica, “adheridos al material particulado en
suspensión, se están transportando residuos de plaguicidas persistentes y
prohibidos, como el alfa y gamma clordano, lindano y heptocloro”.
Como recomendación, hacen ver la necesidad de establecer un
sistema de monitoreo periódico y sistemático de los contaminantes orgánicos en
los territorios que drenan al San Juan, “con vistas al control y reducción
progresiva en el uso de dichos contaminantes”.
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