Nueva York, Estados Unidos | EFE
Un grupo de policías dio ayer la espalda al alcalde de Nueva
York, Bill de Blasio, en señal de protesta durante su intervención en el
funeral del agente Rafael Ramos, asesinado hace una semana junto a su compañero
Wenjian Liu.
El gesto es similar al que dedicó al alcalde un grupo de
policías a su llegada al hospital en el que fallecieron el pasado sábado los
dos agentes, tras ser tiroteados a sangre fría por un hombre que aseguró querer
vengar la muerte de ciudadanos afroamericanos a manos de las fuerzas del orden.
Vestidos con sus uniformes de gala color azul, los agentes
siguieron el funeral de su compañero en pantallas gigantes instaladas fuera de
la iglesia, donde se celebró el oficio.
El asesinato de Ramos y Liu disparó las tensiones entre los
sindicatos policiales y De Blasio, a quien los policías critican por su
comprensión ante las protestas organizadas a raíz de la decisión de un gran
jurado de no presentar cargos contra el agente involucrado en la muerte de Eric
Garner, un hombre de raza negra que falleció en julio pasado tras ser inmovilizado
con una llave ilegal.
Una de las principales organizaciones policiales de la
ciudad llegó a acusar al alcalde de tener “sangre en sus manos” y ayer pudieron
verse algunos carteles pidiendo su dimisión en el exterior de la iglesia de
Queens, donde se celebró el funeral.
En su discurso, De Blasio trasladó sus condolencias a las
familias de las víctimas y a todo el Departamento de Policía de Nueva York, al
que alabó por su labor.
RACISMO LATENTE
Ramos fue asesinado junto a su compañero Wenjian Liu, por
una persona de raza negra, Ismaaiyl Brinsley, de 28 años, que se suicidó poco
después de perpetrar el doble asesinato, en el distrito neoyorquino de
Brooklyn.
Brinsley, que padecía problemas mentales, actuó invocando el
nombre de dos afroamericanos que murieron a manos de la Policía, uno de ellos
Eric Garner, en Nueva York, en julio pasado, y el otro Michael Brown, en
Ferguson (Misuri), en agosto de este año.
El asesinato de los dos policías se produjo en medio de una
ola de manifestaciones en Nueva York y en otros lugares del país por las
muertes de Garner y de Brown, que han hecho reflotar tensiones raciales no
vistas en el país en varios años.
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