España | EFE
La trágica desaparición, el pasado 2 de febrero, del actor
Philip Seymour Hoffman ha convertido en una pequeña joya para sus fans la única
película que dirigió, “Jack Goes Boating”, el testamento más tierno del genial
artista que, una vez más, ofrece en ella una interpretación memorable.
“Es un cuento neoyorquino donde los protagonistas son todos
adolescentes a la edad de ser casi abuelos”, explica la actriz Daphne
Rubin-Vega, con motivo del estreno de la cinta en España.
Seymour Hoffman dirigió durante diez años la compañía de
teatro LAByrinth, donde conoció a John Ortiz y a Rubin-Vega, y juntos pusieron
en escena la obra teatral de Bob Glaudini, “Jack Goes Boating”, que estuvo en
cartel dos años con un importante éxito en el off-Broadway.
Golpe para sus fans
Fue idea de Ortiz que su amigo dirigiera la versión
cinematográfica de la obra de teatro: “La idea salió sola, como si le hubiera
pedido que jugáramos al futbol o a baloncesto; él no tenía experiencia, pero yo
sabía que quería hacer una película y esta era su oportunidad”, explica el
actor.
Ganador de un Oscar por “Truman Capote” (2006) y otras tres
veces nominado (“The Master”, 2012; “Doubt”, 2008, y “Charlie Wilson’s War”,
2007), y con más de medio centenar de largometrajes en su haber, muchos de
ellos memorables, la muerte por sobredosis de Seymour Hoffman a los 46 años ha
dejado desolados a sus fans.
Ahora les queda el triste consuelo de verle en el delicioso
papel de Jack y, muy pronto, en “A Most Wanted Man”, una adaptación de la novela
de espías de John Le Carré.
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