Pese a no
querer dejar el país para iniciar una nueva vida en Costa Rica, David Martínez,
de 20 años, se irá en los próximos días al vecino del sur para trabajar junto a
su papá en construcción.
“No lo
estoy decidiendo yo. Mis padres están de necios con que me vaya para allá”,
contó, mientras hacía la fila afuera del consulado costarricense para obtener
la visa tica. Su papá y su mamá se fueron hace 10 años a Costa Rica, y desde
hace cinco no han regresado a Nicaragua.
Y es que
con el bachillerato aprobado, Martínez no ha logrado mucho. Su único trabajo ha
sido el de mesero en un comedor de la capital, pero lo perdió hace poco porque
se ausentó por 15 días para ir a Boaco a acompañar a uno de sus abuelos que
estaba enfermo y posteriormente murió.
El año
pasado, dijo, buscó trabajo en una zona franca, pero hasta el momento no ha
obtenido ninguna respuesta. “Me gustaría solo ir a conocer allá (Costa Rica), no
a trabajar, yo quiero trabajar aquí, pero no hay oportunidades”, comentó.
Mejores
salarios
Lo único
que le entusiasma a Martínez sobre su viaje es que, según lo que le ha dicho su
papá, trabajando en construcción ganaría 78,000 colones a la semana, equivalentes
a unos US$146, que están muy por encima de los C$1,300 que devengaba al mes
como mesero.
Edgar
Manuel Díaz, de 26 años y originario de Somoto, también estaba haciendo fila
para tramitar por primera vez la visa costarricense, pero su futuro en el
vecino país es incierto, ya que es el primero de su familia que decide irse, y
solo tiene el contacto de un amigo que trabaja en San José.
De lo único
que está seguro es de que allá tendrá mejores oportunidades de trabajo, ya sea
en el campo de la construcción o de la agricultura, y de que lleva una deuda de
más de US$200, pues tuvo que recurrir a prestamistas para costear los gastos
del visado y del pasaje de autobús.
Díaz
estudió una carrera técnica en administración de empresas, pero nunca la ha
ejercido. Él y su familia --que incluye a sus padres, tres hermanos, sobrinos y
a su hija de 10 meses-- sobreviven de comprar y de vender ganado, pero cada 15
días venden una o dos reses, y la ganancia máxima por cada una es de C$500.
Añoran su
tierra
Mercedes
Motiño Munguía es otra de las personas que hizo una larga fila para solicitar
visa tica, aunque no por primera vez. Ella es originaria de León, y aunque hace
cuatro años trabajaba en Managua cuidando a dos niñas, decidió irse a Costa
Rica porque supo que allá “es más fácil ganar US$20”.
“Si aquí
hubieran más oportunidades de trabajo y se ganara mejor, esto (la fila de
personas tramitando visa tica) no estaría así”, expresó, e insistió en que la
mayoría de los nicaragüenses en Costa Rica están desesperados por regresar a su
país, pero que no lo hacen porque “ven que es la misma Nicaragua de siempre, que
no hay progreso en nada”.
En Costa
Rica, Motiño Munguía se dedica a la elaboración y a la venta de accesorios, y
afirma que vende cada uno entre US$10 y US$20, principalmente a turistas
extranjeros.
Mayoría
migrante
Según el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censo 2011 de Costa Rica, en ese país
viven 287,766 nicaragüenses, que representan el 74.6% del total de inmigrantes
residentes.
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